"El destino suele estar a la vuelta de la esquina. Como si fuese un chorizo, una furcia o un vendedor de lotería: sus tres encarnaciones más socorridas. Pero lo que no hace es visitas a domicilio. Hay que ir a por él."

La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón

lunes, 26 de septiembre de 2011

Carta abierta a mi futura esposa

Querida hembra,

Debo reconocer que espero gran multitud de cualidades en ti que deseo resulten fundamentales en mi futura existencia y que procedo a comentarte, siempre en tono respetuoso, que no amoroso, para saciar tu posible interés y mi precoz preocupación sobre nuestra relación:

- En primer lugar, detestaría enormemente que fueses un vegetal a nivel personal y comunicativo; me parecería desalentador que no tuvieses una opinión propia de los sucesos que dan lugar en el mundo, aún siendo ésta absurda, ya que encontraría aún más deprimente que no tuvieses ninguna valoración sobre lo que te rodea.

- Odiaría, desde lo más profundo de mi corazón, que no supieses escribir correctamente o que no tuvieses afán por conocer otras lenguas y culturas; el no querer abrirse al mundo solo denota el gusto por encarcelarse intelectualmente lo que, inevitablemente, solo te podría llevar al estado de vegetal comentado en el punto anterior.

- Desearía tener, sino tenemos ya, un equipo de futbol formado por hijos nuestros equivalente a once retoños, me es indiferente su sexo, y a tres suplentes. El total sumaría catorce criaturas de las cuales aceptaría un % en adopciones, siempre que sean africanitos de sonrisa blanca y piel zaina. No aceptaría, bajo ningún concepto, hijos bastardos y demás variables relacionadas con ponerme los cuernecillos, no por que no los fuese a querer, sino por la traición que supondría a nuestra unión marital y por la falta de calidad futbolística que éstos tendrían y que solo yo y mis descendientes reales son capaces de poseer.

- Será imprescindible que nuestros hijos vayan a una escuela pública de calidad. Como el panorama cualitativo, hoy por hoy, es bastante negro, propongo manifestarnos cada miércoles delante del ayuntamiento que nos corresponda hasta que consigamos este propósito, llueva, nieve o relampaguee, siempre y cuando los niños lleven chaquetitas protectoras de cualquier circunstancia climática; la salud de nuestros vástagos es lo primero. Puede, además, que se de el caso que no hayan plazas para nuestros queridos frutos de amor en la enseñanza pública; en este caso no bastará con manifestarse, deberemos cometer acciones de guerrilla urbana, con lanzamiento de pañales inclusive, contra todo ente público irresponsable hasta que nuestra sociedad sea consciente de que la educación es la base de todo progreso. El no tener acceso a ella solo nos llevaría al borreguismo y, posteriormente, al estado vegetal tan temido en mis palabras. Por otra banda, si hemos decidido vivir fuera de nuestro país no deberemos preocuparnos por nada de lo anterior, la mayoría de países civilizados responden a su propia definición de “civilizados”.

Tengo, y seguiré teniendo, más comentarios hacía ti, seguro, pero no quiero abusar y ponerlos todos en un mismo escrito. Lo que sí quiero dejar claro es que todo lo que pido tendrá repercusión directa en tu felicidad; créeme cuando te digo que si consigues que sea un hombre integro y completo me comprometo a hacerte la persona más dichosa del universo. El mundo, tal y como es, se nos quedaría pequeño.

Nos vemos en la cena, cariño.

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